
21 de Noviembre de 2025
Explora Artículos Y el teletrabajo se quedó
noviembre 21, 2025 9 min
En un país que sigue redefiniendo sus equilibrios entre flexibilidad, productividad y bienestar, el teletrabajo se consolida como una pieza más, madura y normalizada, del nuevo rompecabezas laboral.
Cinco años después del confinamiento que nos llevó de la noche a la mañana a convertir la mesa del comedor en una oficina, el teletrabajo en España se ha estabilizado. Ya no es una revolución urgente ni una “nueva forma de trabajar” disruptiva. Es, sencillamente, una modalidad laboral más, con sus ventajas y sus imperfecciones, pero que, en general, es bastante apreciada por quienes la utilizan.
Esta semana, la edición de 2025 de la “Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC) en los hogares” que anualmente produce el Instituto Nacional de Estadística (y desde 2021 dedica una sección al tema del teletrabajo) nos dibuja un escenario donde la normalización convive con pequeñas variaciones, reflejo de cómo en estos últimos cinco años han evolucionado las empresas y nuestras expectativas laborales.
Lo primero que nos muestran los datos es que, aunque haya quienes no acaban de aceptarlo, el teletrabajo en nuestro país es una modalidad laboral consolidada. En 2025, el 14,8% de las personas ocupadas teletrabaja total o parcialmente, prácticamente la misma proporción que hace un año (15,1%) y solo 2,6 puntos porcentuales menos que en 2021, cuando todavía muchas empresas estaban en pleno proceso de retorno gradual a las oficinas tras el “gran confinamiento” de 2020.
La brecha de género en el teletrabajo, que durante un tiempo se observó con lupa, prácticamente ha desaparecido. Hoy teletrabajan total o parcialmente un 14,5% de los hombres y un 15% de las mujeres ocupadas. Mientras que por edad, la curva coincide con lo que sabemos del ciclo vital, de manera que el teletrabajo es ligeramente más frecuente entre quienes más suelen compaginar responsabilidades familiares y profesionales, el grupo entre 35 y 44 años, donde la incidencia alcanza el 17,3%.
En paralelo, aunque el nivel educativo sigue marcando diferencias, se observan algunos cambios hacia una mayor generalización del trabajo a distancia. De hecho, las personas con educación universitaria siguen siendo el grupo que más teletrabaja en 2025 (26,3%), pero también es el grupo donde la incidencia del teletrabajo ha descendido más desde 2021 (-7,1 puntos porcentuales).
Algo similar nos encontramos cuando examinamos la situación profesional de las personas que teletrabajan. La incidencia del teletrabajo entre los trabajadores por cuenta ajena con contrato indefinido ha descendido del 19,8% en 2021 al 15,3% en 2025. Sin embargo, entre los trabajadores por cuenta propia ocurre justo lo contrario, de forma que en este mismo período la proporción de autónomos que teletrabajan ha subido del 17,5% en 2021 al 19,2% en 2025 (+1,7 p.p.). Un recordatorio de cómo la flexibilidad tiende a concentrarse en quienes tienen más incentivos para gestionar directamente su tiempo.
Desde la perspectiva de las ocupaciones, los trabajadores TIC siguen siendo, con diferencia, el grupo donde un mayor porcentaje de profesionales teletrabaja total o parcialmente (60%), aunque también es el grupo donde la incidencia del teletrabajo ha descendido más desde 2021 (-16 p.p.). Asimismo, es significativo que en este período el porcentaje de trabajadores TIC que dice que su trabajo no le permite teletrabajar haya aumentado del 8,9% al 17,1%.
Por el contrario, entre directores y gerentes observamos la tendencia opuesta. Si en 2021 solo teletrabajaba el 30,9%, en 2025 ese porcentaje ha subido hasta el 32,3%, y, sobre todo, cada vez ven menos motivos para no hacerlo. Ejemplo de ello es que en 2021 el 46,7% opinaba que su rol no les permitía teletrabajar. Hoy, en cambio, solo el 40,5% comparte esa opinión.
Por geografías, las comunidades autónomas donde se observa una mayor incidencia del teletrabajo en 2025 son Madrid (26,2%) y Catalunya (18,1%). En el extremo opuesto, las comunidades donde el teletrabajo es menos frecuente son Murcia (4,4%), La Rioja (7,4%), Aragón (7,4%) y Canarias (7,6%).
Además de la influencia que tiene la estructura sectorial de la economía de cada región, esas diferencias también se deben en parte a que el teletrabajo sigue siendo, ante todo, un fenómeno urbano. Así, por ejemplo, en capitales de provincia y poblaciones con más de 100.000 habitantes, teletrabaja el 19,7% de las personas ocupadas, mientras que en poblaciones de menos de 20.000 habitantes ese porcentaje es de apenas el 8,5%.
Sin embargo, en la edición de este año de la encuesta encontramos un dato revelador. Mientras Madrid es la comunidad donde más ha descendido el teletrabajo entre 2021 y 2025 (-8,3 p.p.), en su comunidad vecina, Castilla – La Mancha, la incidencia del teletrabajo ha escalado en el último año del 6,3% al 12,1%. Todo parece indicar que estamos asistiendo a un “reajuste residencial” de profesionales que mantienen su empleo en Madrid pero se trasladan a vivir a la comunidad castellanomanchega aprovechando la consolidación de los modelos híbridos en muchas empresas.
Otro hallazgo de la edición de 2025 de la “Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC) en los hogares” es que, a medida que esos modelos híbridos se normalizan, la intensidad del teletrabajo baja. Hoy, los teletrabajadores españoles trabajan a distancia 2,9 días por semana, lejos de los 3,5 días de 2021.
Este descenso es particularmente significativo entre los teletrabajadores que cumplen roles de apoyo administrativo, que han pasado a de teletrabajar en promedio 3,5 días por semana en 2021 a solo 2,6 en 2025, así como entre los trabajadores TIC, que han descendido de 4,4 días semanales de teletrabajo en 2021 a 3,7 en 2025.
Se consolida así el modelo híbrido, en particular el de dos días a la semana (lo siguen el 24% de teletrabajadores en 2025 frente al 13,4% en 2021), mientras que el modelo 100% remoto se reduce con fuerza, pasando de ser utilizado por el 31,3% de los teletrabajadores en 2021 a solo por el 18,9% en 2025. Podríamos decir que el péndulo se ha detenido en el medio.
No obstante, a pesar de que teletrabajamos un poco menos, la satisfacción sube. En 2025, los teletrabajadores valoran su experiencia con el teletrabajo con un 8,9 en una escala del 0 al 10, frente al 8,2 que le daban en 2021.
Por segmentos demográficos, las mujeres lo valoran ligeramente mejor que los hombres (9,0 vs 8,8), mientras que el grupo de edad que mejor valora su experiencia de teletrabajo es el de las personas de 35 a 44 años (9,2).
Por ocupaciones, los trabajadores TIC siguen siendo quienes dan una mejor nota a la experiencia del teletrabajo (9,1), aunque si hay que destacar un grupo profesional, es el de los directores y gerentes, cuya valoración de su propia experiencia teletrabajando ha mejorado entre 2021 y 2025 de un 7,7 a un 8,8. Quizá porque, tras superar sus reticencias iniciales, han descubierto que liderar no requiere una proximidad física constante sino que las claves son otras: claridad, propósito, seguridad psicológica, así como cuestiones muy básicas, pero también muy desatendidas, como un feedback frecuente y de calidad.
Cinco años después de lo que alguien calificó como el mayor experimento de teletrabajo de todos los tiempos, los datos que nos ofrece esta encuesta nos muestran que en nuestro país el teletrabajo ya no es una excepción ni una urgencia, sino una pieza más del puzzle de cómo trabajamos. Una fórmula lo suficientemente estable como para no desaparecer, lo suficientemente flexible como para adaptarse, y lo suficientemente valorada como para quedarse.
Pero, además, nos recuerda que el teletrabajo no es solo una modalidad laboral más. También es un espejo. Un espejo que refleja la realidad de la sociedad en la que vivimos, la cultura de nuestras organizaciones, la profesionalidad de quienes las formamos y el nivel de nuestros líderes.
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Foto de Corinne Kutz en Unsplash
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